Yo estimo, en mi humilde entender, que el partido últimamente jugado entre la «Real Sociedad Gimnástica Española» y el «Madrid F.C.» ha sido un fracaso para éste, anque el resultado final ha sido de 2 á 4 a favor del «Madrid F.C.»
El equipo campeón, con su once completo, ha estado perdiendo hasta cinco minutos antes de que terminara el encuentro, y el que, en cinco minutos, ayudado mucho por la suerte y la casualidad, se gane un partido, no es ciertamente una victoria de las que enaltecen, mucho menos, cuando el enemigo es, como era en esta ocasión, de reconocida inferioridad.
Hay que decirlo claramente, aun cuando duela: el «M. F. C.» ha jugado este encuentro desastrosamente mal, excepción hecha de Machín y de De Miguel, en la primera parte.
La «Gimnástica», en cambio, jugó, si no maravillosamente, porque no sabe, sí llena de entusiasmo, de bríos de valor. Somoza, su guardameta, tuvo una tarde incomensurable, quizá la mejor que haya tenido desde que practica este sport, en Madrid nunca le vimos tan afortunado. Este jugador fué, sin duda alguna, el que verdaderamente ocasionó á su club la lucida derrota que sufrió la Real Sociedad madrileña, la tarde del domingo 26, en el campo de la calle O’Donnell.
Sáenz, Cordero, Ulibarri (E.) y Serrano, también ayudaron no poco la labor de Somoza.
Larrañaga, que debutaba como arbitro de partidos de campeonato de primera categoría, estuvo bastante bien, salvo la pequeña pifia cometida en el penalty que contra la «Gimnástica» se tiró.